Aniversario del Terremoto que destruyó la capital de Nicaragua: 50 años después: Managua si tuvo rival
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Por Felix Aguirre Aragón – ¡¡¡“Doctor, doctor… Managua está destruida, Managua ya no existe”!!!
Esa frase tan siniestra me quedo grabada en la memoria desde esa madrugada del 23 de diciembre del 72, cuando un vecino con desesperación y llanto narraba a mi padre del cataclismo, de las horrendas escenas y el macabro destino de Managua.
En tan solo 30 segundos todo el hoy de ese entonces pasó a ser el ayer que nos robó la realidad, y solo nos dejaba los gratos recuerdos. ¡Cuánto pasado, cuánta historia! Y Cada sobreviviente de aquella catástrofe tiene su historia que contar: era así Managua… sencilla, tierna, amorosa, cálida y romántica, La Novia del Xolotlán como acertadamente describiera Tino López Guerra, cantando a todo pulmón: “Yo se lo aseguro, no tiene rival, en América Central…”.
Han pasado 50 años, 50 años que apenas existen referencias de una Managua que no tenía rival, una Managua que se revive en recuerdos y como película de ficción que prometen resurgirla.
El terremoto de Managua de 1972 fue un sismo de magnitud 6.2 grados en la escala sismológica de Richter que destruyó la capital de Nicaragua, a las 12:35 de la mañana (06:35 UTC) del sábado 23 de diciembre de 1972 (en vísperas de la Navidad), con una duración de 30 segundos, seguido por dos réplicas de 5.0 y 5.2 grados a la 1:18 am y 1:20 am (07:18 y 07:20 UTC), respectivamente, casi una hora después del primer temblor, con epicentro dentro del Lago Xolotlán 2 kilómetros al noreste de la Planta Eléctrica Managua en la falla de Tiscapa, Los Bancos, Chico Pelón (estas tres dentro del centro), la de las Escuelas y la del Aeropuerto esta última llamada así porque pasa debajo del Aeropuerto Internacional de Managua, que en ese tiempo se llamaba Aeropuerto Internacional de las Mercedes. La falla del Estadio (que atraviesa el Estadio Nacional Denis Martínez), -causante del terremoto del 31 de marzo de 1931- no se activó esta vez. Era la segunda vez en 41 años, 8 meses y 23 días que la ciudad se estremecía por un fuerte terremoto.
Este segundo terremoto destruyó el centro de la ciudad y causó cerca de 19,320 muertos y 20,000 heridos, aunque no se sabe el número exacto de fallecidos debido a que hubo cadáveres que nunca fueron sacados de los escombros por los rescatistas nacionales y extranjeros y que al descomponerse causaron un fuerte hedor durante casi 5 meses hasta la llegada de la estación lluviosa en mayo de 1973.
Los incendios causados por el desastre se prolongaron durante las dos semanas siguientes hasta el 6 de enero de 1973, debido al quiebre de la tubería de agua potable y al desplome de los 2 cuarteles del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Managua, situados en el barrio Candelaria y frente al Estadio Nacional, se derrumbaron aplastando a las unidades. Esto obligó a los cuerpos de bomberos de los departamentos de Carazo, Granada, León, Matagalpa y Masaya a ir a Managua para apagar el fuego; la energía eléctrica se fue en casi todo el país debido a que estaba centralizada en la capital en esa época.

Un derrumbe ciclópeo se veía por doquier y por las calles corrieron ramificadas grietas de insondable profundidad. La destrucción fue comparada con la de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, Japón, después del estallido de las bombas atómicas, el 6 y el 9 de agosto de 1945, respectivamente, al final de la Segunda Guerra Mundial.
Los daños materiales fueron cuantiosos: el 90% de las casas, en el radio central, se derrumbaron y las que quedaron en pie estaban dañadas severamente, al punto de reconocerse como inservibles. Más de 600 manzanas quedaron destruidas por el sismo; unas 50.000 construcciones quedaron en escombros y más de 280.000 personas quedaron sin hogar.
El 75% de las viviendas y edificios del centro se derrumbaron. El 95% de la industria desapareció; el 75% de la infraestructura desapareció, el 90% del comercio sucumbió al terremoto y los incendios, el 40% de las fuentes de ingreso fiscales desapareció. Los servicios públicos de agua potable, energía eléctrica, telecomunicaciones y alcantarillado quedaron cortados por los movimientos terráqueos.
En la ciudad de Managua cayeron destruidos todos los hospitales públicos y privados del país; los hospitales del Seguro Social, frente al costado norte del parque 11 de julio en la calle de este nombre, El Retiro (que estaba en la pista Benjamín Zeledón, de la actual rotonda El Güegüense una cuadra al este) y Bautista (el único hospital privado del país en esa época y que fue fundado por la Iglesia Bautista en 1936) se derrumbaron o quedaron dañados severamente. Sólo el Hospital Militar, inaugurado por el presidente Anastasio Somoza García el 1 de febrero de 1956, quedó en pie y fue reparado posteriormente; el Hospital Vélez Paiz situado en el kilómetro 5 y ½ de la Carretera Sur (en las afueras de la ciudad) resistió los temblores, fue reparado posteriormente.
La mayoría de las casas que se cayeron eran de taquezal, porque al sobrevivir al sismo de 41 años antes, les «repararon» sus paredes con revestimiento pero no sus cimientos por lo que se derrumbaron, al igual que las casas nuevas de ese mismo material de construcción al no tener muy cimientos profundos, aunque hubo casas modernas que soportaron el temblor. Hubo edificios de hormigón mal construidos que se desplomaron como los templos de Cristo del Rosario, del Carmen, del Calvario y del Redentor y los colegios Calasanz, Divina Pastora, Ramírez Goyena, Bautista, Americano Nicaragüense, etc. La Catedral de Santiago, hoy Antigua Catedral de Managua, resultó agrietada, quedando inhabilitada hasta hoy.
La Casa Presidencial de la Loma de Tiscapa, de estilo árabe, al igual que el Palacio del Ayuntamiento se derrumbó parcialmente porque el terremoto de 1931 había debilitado sus cimientos y paredes y posteriormente se demolió. El vecino Palacio de la Curva, sede del Jefe Director de la Guardia Nacional GN, también resultó dañado y una de sus dos torres se cayó y fue demolido, pues al lado sur de ambos está la laguna de Tiscapa atravesada por la falla de su nombre, de suroeste a noreste, terminando en el lago de Xolotlan. Inclusive, en la calzada del Paseo de Tiscapa, que bordea la laguna, quedó agrietada por dicha falla.
El edificio del Banco Central de Nicaragua (BCN) de 16 pisos y planta rectangular, en la intersección de la Avenida Roosevelt y la 4ta Calle SO, quedó dañado; su auditorio del lado sur cayó, pues debajo del banco pasa la falla geológica de los Bancos. Esquina opuesta el Banco de América (BAMER) de 19 pisos, con un vestíbulo y 2 sótanos resistieron los embates telúricos por su sistema antisísmico aprendido en California, EEUU, y hoy es sede de muchas oficinas de la Asamblea Nacional de Nicaragua. Sus pilotes de hormigón son similares a los de la Torre Latinoamericana, de la Ciudad de México, México. Frente al costado norte del Banco Central y del costado oeste del BAMER se ubica el Banco Nacional de Nicaragua, de 3 pisos, que quedó en pie y hoy alberga a la Asamblea Nacional desde 1985, aun cuando una falla lo atraviesa.
Los edificios del Inss (Instituto Nacional de Seguridad Social), la Enaluf (hoy Ministerio de Gobernación), el Palacio Nacional (sede del Congreso y que hoy es el Palacio de la Cultura), el BANIC (hoy Ministerio de Hacienda y Crédito Público), el Hotel Intercontinental Managua (hoy Hotel Crowne Plaza Managua), el Palacio de Comunicaciones, el Zacarías Guerra, el Cerna, el Aeropuerto Internacional de Managua (llamado en ese entonces Aeropuerto Internacional Las Mercedes), el Casino Militar, la Iglesia de Santo Domingo, etc no sufrieron mayores daños y fueron reparados. El Teatro Nacional Rubén Darío, hecho con el sistema antisísmico japonés de rodos, resistió la sacudida sin mayores daños y apenas tenía 3 años de haberse inaugurado el 6 de diciembre de 1969. El centro nocturno Plaza (que antes fue sede de la Junta Nacional de Turismo y estaba ubicado en el costado este del Parque Central, en el lugar donde está hoy desde 1979 la tumba de Carlos Fonseca Amador, fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional FSLN), se desplomó matando a varias personas que bailaban allí.
Los mercados de San Miguel y Central sufrieron daños por el incendio al igual que el BANIC, el First National City Bank of New York, la parte superior del BAMER, la Casa MacGregor, etc. La tienda La Florida, el hotel Reisel y el supermercado La Colonia, cerca de la estatua de Montoya, propiedad de la familia Mántica se les hundió un piso. Algunos pabellones e instalaciones del antiguo recinto central de la UCA Universidad Centroamericana, de los padres jesuitas) cayeron, aunque los del nuevo recinto ubicados al sur de la ciudad resistieron.
El desastre hizo que hubiera un éxodo de decenas de miles de personas desde esa misma fatídica madrugada. Las Carreteras Norte, Sur, Nueva a León y la de Masaya se fueron congestionando por el desfile de vehículos donde huían los temerosos sobrevivientes. Con el fin de evitar una epidemia que hubiera sido de grandes proporciones, se ordenó evacuar la ciudad a la mayor brevedad posible y comenzó el éxodo más doloroso y triste que recuerda la historia de Nicaragua.
Hubo saqueo, primero por delincuentes comunes el mismo día del desastre, y después por habitantes de los barrios pobres de Managua. Fueron saqueadas las casas comerciales, los almacenes, supermercados, tiendas, depósitos, iglesias, colegios públicos y privados, además de los bienes personales en las casas abandonadas por los atemorizados dueños, acto de lo más innoble y por demás censurable sin precedente en el país.
La ley marcial se decretó esa tarde el Jefe Director de la GN General de División Anastasio Somoza Debayle (Tacho), que se proclamó jefe del Comité Nacional de Emergencia y de hecho en gobernante del país aunque estuviera la Junta Nacional de Gobierno. Tacho admitió que hubo algunos fusilamientos de saqueadores. Monseñor Miguel Obando y Bravo (Arzobispo de Managua en ese entonces) recorrió las calles durante 20 horas ayudando a las víctimas del desastre, según la información de La Prensa en su primera edición post-terremoto del 1 de marzo de 1973, al igual que 41 años antes lo hiciera de forma similar Monseñor José Antonio Lezcano y Ortega.
¿Quién no recuerda el triunfo de Nicaragua 2×0 sobre Cuba en el 72? ¿Y las tremendas victorias del más grande atleta de Nicaragua, Alexis Argüello? ¿Recuerda su pelea con Royal Kabyashi, en Japón que nos despertó para verla en el Canal 6 a las 4 de la mañana?

¿Recuerda los mano a mano de los conjuntos juveniles en el González o en el gimnasio del Goyena, las radionovelas de la Mundial, el Show de Artistas de Luis Méndez y Gustavo Latino en el Canal 6, o las huelgas del Goyena apoyando todo movimiento social?
Y como olvidar los mercados tradicionales, el Central y el San Miguel. No se sabía dónde empezaba el uno ni dónde terminaba el otro, e igualmente terminaron abrazados y consumidos por las llamas la misma madrugada del cataclismo.
Otros fueron el Mercado Oriental (hoy el más grande de Centroamérica), el Bóer, el Periférico y el mercadito de abajo, ubicado al noreste del Cementerio General.
Imposible borrar de nuestras memorias eso puntos de referencias tan entrañables y peculiares como fueron hoteles, bancos, escuelas, edificios públicos y comercios de todo tipo como Carlos Cardenal, Jardín Central, Barbería Imperial, Centro Deportivo Juvenil, VAT 69, Banco de Londres, Colegio La Inmaculada, Banco Calley Dagnall, Bank Of American.
Farmacia 22-24, Vestex, sorbetería Lacmiel, La Hormiga de Oro, Tienda Alicia, Sala Evangélica, Hotel Reisel, Hotel Balmoral, Gran Hotel, Yans, Tabbag, José Benito Ramírez, Sucre Frech, Jorge del Carmen, Ismael Reyes, La Femina, Farmacia Managua.
Librería Bolívar, Banco Nacional, Canal 6, Diario Novedades, Gambrinus, Club Internacional, Ferretería Lang, La Carioca, Sears, Banco Central, Banco de América, Farmacia Trébol. Compañía Automotriz, Capilla del Pedagógico, Centeno, Edificio Dreyfus, La Mecatera, E. Palazio, Supermercado Wong, Hospital del Seguro Social.
La Nacional de Comercio, La Inmobiliaria, Escuela Julieta Matamoros de Morán, Munich, Grolier, Palacio del Ayuntamiento, Palacio Nacional, Cafetería Eskimo.
Discotecas como La Tortuga Morada, Sapo Triste y Linterna Verde; Club Managua, Palacio de Comunicaciones, Zacarías Guerra, Juzgados del Trébol, Hotel Nicaragua y muchos más.
Y que me dicen de esas típicas y singulares direcciones: de la Casa del Catecismo una cuadra arriba; de Los Balcanes al lago; del portón del Goyena una cuadra al sur; de la pulpería El Infierno media arriba; por donde Papúm; del Gato Abraham dos cuadras abajo, del Arbolito media al lago; del Cine Blanco para arribita; de la Copa Blanca dos cuadras abajo; de La Caimana para arriba; por los billares del Río Escondido; del Darío media al sur; de la P del H hacia el lago; contiguo a Tapicería Traña; de La Inmaculada tres cuadras abajo; de la farmacia Villavicencio hacia abajo, por la panadería El Colmado; de la Mundial para arriba; del Loyola dos cuadras al lago, y así por el estilo, imprimiéndole un toque muy propio a nuestras direcciones con referencias muy clásicas.
Aferrándonos a esos recuerdos evocamos con nostalgia los cines de la desaparecida ciudad: Apolo, Pálace, América, Fénix, Alcázar (antes Salazar), González, Margot, Ruiz, Cine León, Tetel, María, Principal, Cine Blanco, El Cinito, Colón, Aguerri, Aladino, Bóer, Salinas, Rosario, Alameda, Managua, Luz, San Luis, México, Cabrera, Autocinema, Cinearte, Rex, Dorado, Trébol, Luciérnaga, Tropical, Darío…
Tú resucitarás de entre las piedras…” seguirá posiblemente siendo la expresión melancólica y esperanzada, de aquel bello poema “Réquiem a una ciudad muerta”, quizás también lo sea de las nuevas generaciones que no conocieron la vieja Managua, y que a su vez dichosamente no vivieron la noche trágica del terremoto del 72, pero que quizás ansían conocer y saber lo que significa vivir en una verdadera y moderna ciudad capital.
En la segunda página de esa edición el Doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal publicó un editorial relacionado con el desastre, cuyo último párrafo dice así:
“El terremoto fue un ensayo de ese Juicio Final en sólo 30 segundos, y eso significa que nunca como ahora, debemos de reflexionar sobre el equilibrio de la creación a través del cual, el Ser Supremo reclama su verdadero y perenne lugar como Señor de todas las criaturas que entre sí, deben ser iguales y tratarse con equidad y justicia”.
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